Imagen de Dibujar a caballo
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06/12/2019

Dibujar a caballo

Caballos azules que continúan apareciendo y traen, bajo otros códigos en otros momentos, mensajes de realidades que anuncian otras necesidades.

El caballo azul de Franz Marc (1911) llegó a otros lenguajes y devino en otros caballos que hablan otras realidades contemporáneas. El pequeño caballo azul (1912) apela a un imaginario más cercano a la infancia, aunque para Eric Carle alcanzó con la pintura emblemática del expresionismo alemán para que se disparara en él, desde su infancia en la Alemania nazi donde se formaba con Herr Krauss, un imaginario en clave de infancia que sería sello inconfundible de su recorrido artístico. Más allá de la transgresión extensiva para todo el desfile de animales de El artista que pintó un caballo azul, libros como El camaleón camaleónico y otros en donde manifiesta sus clásicos juegos de composición entre formas y color, también son expresión de aquella experiencia.

Entre otros caballos azules aparecidos en obras o fugazmente en publicaciones virtuales, uno acaba de despertar especialmente mi interés: Dibujar a caballo, con textos de Germán Machado e ilustraciones de Anna Aparicio Català. Y es que además de la fortuna de una dedicatoria del autor a esta librera que escribe, la sorpresa se dio, a lo largo de la lectura, en el proceso de construcción de la inevitable conclusión a la que se arrastra al lector. Este pequeño caballo azul que acompaña a la niña del relato, habla. Dice algo, lo repite, dice otra cosa, vuelve a sostener lo que ya había pronunciado. Pero la niña-yo pone por delante su ímpetu de maravillosa exploradora del mundo, porque empecinada en enseñar a dibujar caballos y a caballo, su mejor idea es visitar una hípica para montarlos, ignorando de lleno al compañero a su lado y su pedido. El positivismo, la energía, la hermosa motivación de esta pequeña en el gesto de su juego a enseñar, modaliza su falta de escucha bajo un notable procedimiento de contraste.

En esta época de discursos y lemas que refuerzan las ideas individualistas en cualquier pizarra colorida, un libro que enfoque la atención en el otro, sosteniendo la metáfora como elemento creador de lo literario, nos devuelve la honestidad desde la cual la literatura infantil puede hablar desde distintos posicionamientos, pero también, de “algo”. Porque la librera se pone pesada, pero es que además de cansarse de relatos dirigidos al individuo, de filtrar la moralina y la in-utilidad de discursos que no se buscan estéticos pero se dibujan bonitos como lobos disfrazados, reconocer autores como Machado demuestra que no se trata de una “imposibilidad de”, entre lo argumental y lo estético, sino de una destreza poco frecuente.

Las obras que existen por fuera del universo LIJ tienen la vastedad del territorio posible en cientas de páginas. Tienen de su lado los recursos sintácticos más complejos de coordinación y composición de las oraciones. La metáfora capaz de funcionar con precisión cronometrada. Esto, que frente a las limitaciones obvias de los discursos para la infancia parece reducir el campo de lo posible, condiciona como feroz y maravilloso desafío a quienes buscan expandir esas posibilidades, devolviéndole a la LIJ, en sus argumentos, formas y recursos, el tratamiento estético de la literatura. Cuando reflexiono estas condiciones siempre pienso en María Teresa Andruetto. De hecho, Solgo es mentor en esta mirada encontrada.

El caballo azul, prohibido durante el régimen nazi, cargaba con un mensaje que pocos, en clandestinidad, podían oír. Hoy, muchos desconocemos tales prohibiciones. Pero la niña que quiere enseñarnos a dibujar un caballo y se parece tanto al mundo que los niños no construyen, dibuja un espacio adulto en donde aparentes imposibilidades hacia la atención de lo inmediato parecieran señalar libertades simbólicas. Trazos conducidos por un autor que sabe trabajar lo necesario desde una mirada sensible hacia la infancia y la otredad, desde la honestidad artística que la LIJ merece.

Hay mucho más para celebrar en la composición de la historia, la secuencia de las imágenes, los cuadros informativos, y el humor de este hermoso álbum editado por Carambuco. Elementos que llegan a todxs. Y en casa ya estamos poniéndonos a dibujar caballos.